sábado, 3 de diciembre de 2011

¿Y dónde está el Presidente?

Se acuerda de la película ¿y dónde está el piloto? Una comedia donde en pleno vuelo, el piloto desaparecía. Tengo la impresión que lo mismo está sucediendo en el Perú, solo que esta no es una comedia.

Una de las características de este gobierno son sus mensajes contradictorios. Desde los discursos del Presidente, uno en Paraguay que nos hizo recordar la “Gran Transformación” y otro diametralmente opuesto en la APEC. Las declaraciones del Premier sobre la participación de Nadine en los Consejos de Ministros, el calificativo de Antauro como preso político, y el status del asesor Favre. Todos rectificados al día siguiente. Se acuerda cuando Eguiguren dijo que la resolución de la CIDH no se refería a los Comandos y días después reconoció que en verdad sí. ¿Y cuando Roncagliolo desde España declaró que la relación con USA ya no era primordial mientras el Premier estaba en visita oficial en Washington?

Regresando de APEC el Presidente afirmo que “Conga va” y sin embargo después de siete días de paro en Cajamarca, el Premier y Yanacocha declaran su suspensión. Para Lerner dicha suspensión es un logro del gobierno. ¿Logro?

El gobierno tiene que dar las condiciones necesarias para atraer inversiones. Para que estas lleguen se necesita estabilidad política y jurídica. Pero no son los inversionistas privados quienes tienen que marcarle la agenda al gobierno. El gobierno no está distinguiendo los intereses públicos de los privados. Los ministros y Roque Benavides llegaron a Conga como los gamonales de antaño, basurearon al Presidente Regional y a las comunidades y volvieron en el avión de Yanacocha a Lima para terminar de arreglar el tema. ¿Que creían?

Yanacocha ha declarado que seguirá trabajando para lograr la aprobación social y que perfeccionaran el EIA. Sin embargo, Newmont ha anunciado que evalúa la posibilidad de redireccionar sus inversiones a otros países, por la oposición antiminera. Esta amenaza soterrada es la actitud matonesca que enfurece a las comunidades y que hace exitosos a los azuzadores radicales de izquierda que logran aglutinarlas simplemente porque estas comunidades no confían ni en las mineras ni en el Estado.

El gobierno no puede bailar al ritmo de las empresas privadas. Si Newmont se quiere ir, ¿qué podemos hacer? Sacaremos nuevamente el proyecto en concesión. El Perú debe exigir que los EIA cumplan con los estándares más altos, que se hagan evaluaciones de impacto social y económico y se prepare un plan para mitigarlos; pero además el Estado debe recuperar la confianza de la población. Estados Unidos y Canadá tienen estándares muy exigentes para las explotaciones mineras en sus territorios y que Newmont cumple sin chistar porque sabe que estos países no entran en vainas. Entonces, ¿por que el Perú no puede?

A todo esto, ¿y dónde está el Presidente? ¿Sera que ahora si se decide y aparece?

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