sábado, 10 de diciembre de 2011

Así los radicales la tienen fácil

El problema de Conga es un conflicto sobre derechos de propiedad. Por un lado tenemos los derechos de “propiedad” sobre la tierra y el agua de las comunidades y por otro el derecho de “propiedad” de Yanacocha sobre la concesión minera. Estos derechos de “propiedad” deberían poder coexistir si es que las dos partes negociaran sus intereses en igualdad de condiciones. No es así. Según cifras del INEI, 49.1% de la población de Cajamarca es pobre.

Cuando los servicios que brinda el Estado no son adecuados, los ciudadanos tienen dos opciones, usar su “voz” para exigir la mejora del servicio o usar una “salida” acudiendo a un proveedor distinto del servicio. Un ejemplo de “salida” es quien manda a su hijo a un colegio privado en lugar de uno público.

En el caso de Conga, Yanacocha ejerce su “voz” a través de los medios de comunicación, sus abogados y el gremio minero. Además tiene una “salida”, puede decidir invertir en otro lugar. En cambio, las comunidades no tienen la posibilidad de usar su “voz” pues no tienen abogados, acceso a medios, ni gremios que las representen. Tampoco tienen la posibilidad de una “salida”, ya que esta implicaría trasladarse a otras tierras. Esta desigualdad se muestra claramente en la capacidad de organización, de acceso a la información y de acceso a los recursos. El Estado debería “nivelar la cancha” haciendo que las comunidades tengan “igualdad de oportunidades” para discutir sus derechos.

Esta desigualdad, producto de la pobreza, es aprovechada por grupos radicales de izquierda quienes se posicionan como voceros de las comunidades. Lo cierto es que estos movimientos radicales en lugar de permitirles a las comunidades usar su “voz” lo que hacen es confundirla con sus propios intereses políticos.

Los partidos políticos peruanos no han logrado funcionar como correas de transmisión de los intereses de los ciudadanos. En el caso de las comunidades, los partidos no tienen presencia alguna. Esta falla en el mercado político es la que ha permitido que la izquierda radical capture la “voz” de las comunidades, al ser los únicos que las escuchan.

En el Perú, el desarrollo minero ha estado marcado por dos extremos, quienes ponen por delante sólo los intereses empresariales –el sector de la derecha que es mercantilista- y los que buscan desestabilizar el sistema -la ultraizquierda y su discurso antiminero. Hay un justo medio donde todos los peruanos somos ciudadanos y tenemos la posibilidad de ejercer nuestra “voz” con un Estado que responde. El Estado y los partidos políticos que creen en el mercado, la libertad y la democracia deberían contribuir a que la “voz” de los campesinos sea realmente representada sin manipulación política. Y Yanacocha necesita rectificar su actitud de los últimos 17 años y ganarse la confianza de la población. De lo contrario, todos los peruanos perdemos.

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