sábado, 4 de febrero de 2012

La Políticamente Correcta Hipocresía Nacional

Hace unos días un programa dominical revelo la discriminación que sufren las empleadas domesticas en los clubes privados. Ellas deben ir bien uniformadas, no pueden hacer uso de las instalaciones del club y están prohibidas de meterse a la piscina. Este informe causo gran revuelo en las redes sociales y uno que otro indignado congresista denunciaba ¡discriminación!

¿Es que acaso todos no sabemos que en los clubs las empleadas no pueden hacer uso de las instalaciones? ¿Qué club permite que una empleada se ponga ropa de baño y se meta a la piscina?

El empleo doméstico en el Perú es una esclavitud moderna. No solo reciben sueldos miserables que los mantienen a ellos y sus familias por debajo de la línea de la pobreza sino que además trabajan 16-18 horas diarias seis días a la semana, sin que puedan siquiera reclamar por sus derechos. Porque hay de aquel que se atreva a responderle a su patrona.

Ni una reforma agraria que destruyo la agricultura en el Perú y que fue consecuencia del abuso de los terratenientes, ni el grupo terrorista más sanguinario de americana latina, ha logrado que el Perú entienda que todos las personas somos iguales y tenemos los mismos derechos.

Usted que se indigno con la tentativa de Movadef de inscribirse como partido, ¿se dio cuenta, que su mensaje fue directo a los sectores D y E? ¿Entendió lo que quisieron decir al comparar la muerte de Maria Elena Moyano con todas esas madres sacrificadas que venden caramelos en las esquinas arrastrando a sus hijos? El mensaje fue claro: “los blanquitos no saben de pobreza. Ellos se aprovechan de los pobres.”

La discriminación, la pobreza y la exclusión generan inestabilidad social. Esas mujeres sacrificadas que dedican su vida a trabajar en casas ajenas y criar hijos ajenos por sueldos miserables, tienen una vida y sueños. Ellas tuvieron que abandonar el colegio para trabajar. Ellas ven la riqueza, la malacrianza de los mocosos criados en la ola de crecimiento económico y ven que sus propios hijos no aprenden en el colegio, que se les enferman y no tienen con que curarlos, que no crecen como debieran y que muchas noches tienen hambre. Ellas que en lugar de estar en sus casas atendiéndolos, están en la tuya atendiéndote a ti. Esa mujer que cría a tus hijos con amor, podrá ser quechua, aymara, ashinanka, negra o mestiza, podrá no verse como tú, pero esa mujer es igual que tu. La democracia de cartulina de la que tanto se ufanan en el Perú no nos va a conducir al desarrollo ni con todo el crecimiento económico ni la inversión extranjera. No, mientras existan ciudadanos de segunda categoría. ¿Hasta cuándo vamos a mantener ese status quo que nos permite vivir a cuerpo de rey aprovechándonos de la pobreza y la necesidad? La discriminación seguirá existiendo mientras tú no le pongas un alto.

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