sábado, 8 de diciembre de 2012

La tristeza de la Primera Dama

Finalmente, la Primera Dama habló sobre el "affaire" Villena. Rodeada por las ministras Trivelli y Triveño, nos dijo que el ministro Villena ya había pedido disculpas y que "es una situación que hasta nos ha entristecido. Hay lecciones que aprender de esta experiencia".

Nadine Heredia, que en la práctica cogobierna con su marido y que no puede ocultar su intención de postular en el 2016, nos dijo que lo importante no era el empujón, ni el apretón, sino la disculpa. Así nomás, como cuando un policía en una comisaría de SJL le dice a la mujer ensangrentada que quiere denunciar a su marido porque le rompió la cara a golpes, que mejor no denuncie, que él está arrepentido y ha aprendido la lección. Seguro que no lo vuelve a hacer.

¿Dónde quedan los principios de esas ministras que seguirán sentándose en un Consejo de Ministros al lado de una pequeña persona que cree que cuando le pusieron un fajín en la cintura lo convirtieron en reyezuelo, en pacha, en inca? Ese que cree que le dieron las llaves del reino y lo convirtieron en señor feudal. ¿Es que el poder seduce al punto que hace que las ministras pierdan la decencia? ¿Cómo vamos a acabar con la violencia contra la mujer si el gobierno permite que ese reyezuelo siga usando fajín?

De acuerdo con un estudio multipaís de la OMS, la violencia en el Perú es más alta que en Etiopía, Tanzania y Bangladesh. El 69% de las mujeres rurales peruanas ha sufrido violencia física y/o sexual. 51% en zonas urbanas. La violencia contra la mujer es persistente en la medida en que la sociedad no la rechace enérgicamente. Mientras quienes la cometen no sean sancionados penal y socialmente.

La discriminación contra la mujer se basa en la división público/privada de la vida en sociedad. Las mujeres generalmente son ubicadas en el ámbito privado y sus intereses como la crianza y educación de los hijos, la salud y la violencia doméstica no han sido considerados "bien común". En el Perú creemos que lo que suceda dentro de la casa no nos incumbe. Poco importa que tu pata gomee a su mujer y que no le pase pensión alimenticia a sus hijos. Porque es súper bacán y cocina buenazo.

El affaire Villena es solo una muestra de lo podrida que está la sociedad. No es el primer caso, ni será el último. En el 2001, el Perú eligió a un presidente que no solo se negaba a reconocer a una hija sino que además tenía denuncias por violencia doméstica.

La actitud del Ejecutivo es una vergüenza. Porque así este reyezuelo no hubiese agredido físicamente a la empleada de LAN, su actitud matonesca en el aeropuerto es suficiente para que el Presidente lo despida. ¿O es que cuando Roque dice que el Perú es de todos, los más humildes y los más bacanes, es con cacha? Tome nota, señora, para el 2016.

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