Ollanta Humala sin duda no pasará a la historia como estadista y mucho menos por su grandeza. Si el expresidente Alberto Fujimori fallece en prisión, probablemente Ollanta Humala pasará a la historia por catapultar a Keiko Fujimori a la Presidencia de la República. Precisamente algo que la caviarada, el marqués garante y la izquierda recalcitrante quieren evitar a toda costa. Esa clase política que hizo carrera y se enriqueció por perseguir a Fujimori y por engrandecer sus responsabilidades políticas y convertirlas en delitos de lesa humanidad.
Las declaraciones del ministro Figallo no sorprenden, la caviarada sostiene que Fujimori fue sentenciado por delitos de lesa humanidad, cuando sabemos bien que eso es mentira. Sabemos bien que desde España se digitó una sentencia; están los correos para probarlo, donde se montó una estrategia previa al inicio del proceso para lograr condenarlo. ¿Es Fujimori responsable de las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta? No, no lo creo. Y si él lo fuera, Belaunde tendría que ser responsable de la política de tierra arrasada implementada durante su gobierno y García de las desapariciones de campesinos, los asesinatos del Comando Rodrigo Franco y las matanzas de los penales durante el suyo.
Este proceso no ha sido más que una cortina de humo que ha servido para que el Presidente negocie con la valiente clase política y el empresariado peruano. Los primeros responsables de la debacle del Perú en los ochentas, incapaces de entender el país desde sus elegantes oficinas limeñas, incapaces de tomar decisiones, incapaces de asumir responsabilidades. Valientes a la hora de dar discursos y vanagloriarse de supuestos logros democráticos, incapaces de manejar un país, incapaces de enfrentarse a Sendero. Los segundos, esos empresarios peruanos expertos en capturar rentas y servirse del Estado, que se pasaron los noventas moviéndole la cola al "Chino" y celebrando su valentía y liderazgo. Incapaces de defender ideas, incapaces de tener una visión de país, incapaces de sentir compasión por la pobreza, incapaces de trabajar por hacer del Perú un país grande. Porque si la reducción de la pobreza se debe al crecimiento económico no es porque los empresarios hayan decidido compartir la prosperidad sino porque, como bien decía Toledo, chorrearon lo que les sobraba. Y ahora se pavonean con sus gerencias de Responsabilidad Social Empresarial, pero ponen como gerentes a gente que tampoco entiende el Perú y que de desarrollo no sabe nada. Porque, no se equivoque, en el Perú no tenemos valor por nuestras ideas ni por nuestro compromiso con principios sino por el tamaño de nuestras billeteras.
Nunca voté por Fujimori y me opuse a la re-reelección. He cuestionado muchas de las políticas implementadas durante su gobierno y a mucha gente que lo rodeó. Siempre creí que Fujimori no debía pedir el indulto y así lo hice saber. Fujimori debió emplear y agotar todo mecanismo legal para cuestionar una sentencia absolutamente irregular. Porque si moría en el intento, habría dejado una lección para el Perú de valentía y de convicción con sus ideas y principios, cualesquiera que estos fueran. Ollanta Humala le ha devuelto esa oportunidad.
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