sábado, 10 de agosto de 2013

¡Aquí mando yo!

"¡Aquí mando yo!" era la frase a la que nos tuvo acostumbrados el supremo San Martín, mientras presidió la sala que juzgo al expresidente Fujimori y luego como presidente de la Corte Suprema. Lo que el supremo San Martín no entendió es que en un Estado de Derecho quien manda es la ley y no un hombre. 
 
En los audios de un almuercito de "coordinación" entre el Premier, el ministro Cateriano, la jueza Carmen Rojjasi y el supremo San Martín, se le escucha decir a este último: "La doctora ha sido muy comprensiva, y creo que siempre ha sido abierta con nosotros y con el Estado. Eso es lealtad al Estado, lo que no quiere decir que sea parcial, o viole derechos de terceros, pero siempre está llana al diálogo". ¿Qué significa que una jueza tenga lealtad al Estado? ¿Quiso decir San Martín que la jueza era leal a una de las partes en el proceso y no a la ley? Extrañamente, la sentencia declara que Tito fue ejecutado, pero libera de responsabilidad a los acusados, dejando la puerta abierta para que el caso Chavín de Huántar siga siendo el caballo de batalla de las ONG de derechos humanos en el Perú y en tribunales internacionales.

El Premier se defendió diciendo que: "el problema no lo generó la reunión, sino quienes ingresaron ilegalmente y sacaron el audio", lo que traducido significaría algo así como: "el problema no es que hicimos algo ilegal, sino que nos ampayaron".

La caviarada ha reaccionado dividiéndose. Por un lado están quienes han salido a apoyar a los del almuercito, sosteniendo que lo que se buscaba era tener unidad en la defensa del Estado peruano. Pero no todos están de acuerdo. En su última columna, Ernie de la Jara ha sostenido que los audios demuestran que ese almuerzo fue para "cocinar una sentencia, sin importar para nada los hechos y el derecho". Ernie se siente decepcionado por un juez que "tenía la responsabilidad de estar a la altura de las circunstancias y no permitir la manipulación política". Frágil memoria la de Ernie, considerando que el supremo San Martín hizo exactamente lo mismo cuando presidió la sala que juzgó a Fujimori. O no es acaso cierto que la sentencia que condenó a Fujimori estuvo "cocinada" (me permito tomar prestado el término) un año antes de ser emitida? ¿No están los correos entre San Martín y Gonzalo del Río, donde se le explica al supremo cómo lograr condenar al expresidente, incluso antes de que se actúen las pruebas? Entonces, en esa sentencia tampoco importaron los hechos ni el derecho, ¿no? ¿No será que la diferencia entre una "cocinada de sentencia" y la otra es que en un caso le convenía a la caviarada el resultado y en el otro no?

Aquí lo que tenemos es una muestra de cómo los autodenominados conciencia moral del Perú, a los que los noventa les apesta, no son mejor que el resto. Aunque se cubran con aura de sabiduría, decencia, legalidad y democracia. Ya los estamos viendo.

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