Leo divertida el último artículo del Marqués sobre el liberalismo y los liberales. Recuerdo que hace unas semanas, el Marqués sostenía que el Presidente estaba acorralado por los medios. Sus amigos salieron a defenderlo. Mario es un hombre de principios, dijeron. Él sabe que si le quita el apoyo a Humala, este se va a la izquierda, dijeron. Entonces, debemos entender que cuando el Marqués doblega sus principios libertarios lo hace para defender al Perú. Para impedir que el Presidente al que garantizó se desvíe. En el camino, voltea la mirada deliberadamente para no ver que es Nadine Heredia quien gobierna.
¿Será que el Marqués sufre de una terrible confusión? Difícilmente se puede sostener que defienda principios libertarios, porque difícilmente un libertario apoyaría a un etnocacerista financiado por Chávez. Cuando pasó aquello, nada hacía presagiar que aquel líder se alejaría de su gran transformación. Lo que sucedió después no fue por el Marqués, ni tampoco por convicción, fue porque las empresas brasileñas le tomaron la posta a Chávez. El etnocacerista se volvió pragmático. ¿Renunció a su admiración por Velasco y a sus planes para el Perú? No lo sabemos.
Lo que sabemos es que el Marqués guarda un gran rencor contra aquel que trepado en un tractor le volteó la elección. Esa fue la razón de su apoyo. Permítame además dudar de su buena intención y de su compromiso con el Perú. Recordemos la gira que en 1992 emprendió exigiendo la suspensión de la ayuda al Perú. En ese momento poco importaba que Sendero estuviese por tomar el país, que la pobreza afectara al 57% de peruanos y que el gobierno y los empresarios tratasen de reinsertarnos en el mercado financiero, y de controlar la mayor crisis económica del Perú. El libertario, aquel que admiraba a Fidel, desde Europa nos dio la espalda, castigándonos porque en el 90 no lo hicimos presidente. En el 2011 lo volvió a hacer.
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