sábado, 5 de abril de 2014

¿Y usted confía en el Estado?

La auditoría social busca que los ciudadanos participen en asuntos de gobierno fiscalizando y haciéndole saber a las autoridades sus intereses y preferencias. Si el ciudadano tiene información, podrá realizar un mayor control sobre las autoridades, obligándolas a rendir cuentas y actuar con transparencia, lo que mejoraría la prestación de servicios y el gasto público y reduciría la corrupción. Con ello se incrementaría la satisfacción del ciudadano, favoreciéndose la gobernabilidad.

Durante el 2012 se gestó una acción colectiva entre los limeños descontentos con la gestión de la alcaldesa: 65% quería revocarla. Organizar una acción colectiva es difícil y requiere líderes. Los partidos políticos, demostrando que no representan a nadie más que a sí mismos, decidieron defender sus puestos e intereses y erróneamente plantearon que la revocatoria perjudicaría la institucionalidad y significaría el regreso de una mafia. Mucho dinero y un oscuro asesor hicieron el resto: asustaron a los limeños y la alcaldesa triunfó. En el medio quedaron quienes deseaban autoridades eficientes que implementen políticas públicas basadas en evidencia y lo hagan adoptando mecanismos de buen gobierno como transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana.

Jonathan Fox, profesor de American University experto en estos temas, ha encontrado que uno de los requisitos para que la auditoría social funcione es que los ciudadanos crean que serán escuchados por el Estado y su participación tendrá resultados. Los limeños no fueron escuchados.

Cuando los ciudadanos están descontentos con las autoridades y no pueden recurrir a mecanismos democráticos sea para revocar a una autoridad ineficiente o corrupta, para exigir mejoras en los servicios o influir en la agenda pública, pierden la confianza en el Estado. Entonces, para lograr sus objetivos toman carreteras, plazas y recurren a la violencia. Lo vimos en la primavera árabe, en Chile, Brasil y actualmente Venezuela. Ejemplos locales: Bagua, Conga, los mineros informales y, si mira más allá, verá los que vienen.

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