El Banco Mundial acaba de anunciar su preocupación por lo que estima será una reducción en el crecimiento de Latinoamérica, identificando dos causas principales: la desaceleración de China y los recortes de políticas monetarias de EE.UU.
Lamentablemente, el Perú no hizo a tiempo un uso eficiente de los recursos que el crecimientoeconómico le generó. Faltó inversión en infraestructura, servicios básicos como educación y salud, y seguridad, entre otros.
Para que un país logre cruzar el umbral del desarrollo, el crecimiento económico no es suficiente. Uno de los requisitos indispensables es que el Estado controle el monopolio de la violencia. Esto es que solo el Estado, a través de la ley, puede ejercer la violencia (orden, persecución, sanción), sin que ningún otro grupo (narcoterrorista, paramilitar, sicario, milicia) pueda hacerlo.
El Estado ha demostrado su incapacidad en mantener el monopolio de la violencia y no solo por la "percepción" de inseguridad con la vivimos, la falta de acceso a la justicia ni por la frustración de vivir en una ciudad sin autoridad donde cualquier bacancito se impone.
Las denuncias de asesinato de autoridades regionales son alarmantes. No solo es Áncash y los asesinatos que estarían relacionados con el presidente regional. Existen varias denuncias de asesinatos de autoridades a manos de sicarios que estarían vinculados a negocios ilegales por todo el Perú.
Hace unos meses, el congresista Modesto Julca envió una carta informándole al entonces ministro del Interior, Wilfredo Pedraza, de la situación en Áncash y de los "asesinatos cometidos por sicarios de organizaciones criminales vinculadas al poder político". A pesar de ello, Nolasco fue asesinado. Pedraza no es más ministro, pero mantiene un puestito como asesor presidencial en materia de seguridad, nada menos.
Sin autoridades eficientes, el Estado no logrará garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Y sin seguridad es imposible cruzar el umbral del desarrollo.
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