miércoles, 8 de julio de 2015

Dios los cría

El presidente de la Republica, dio una entrevista desde la cumbre de la Alianza del Pacifico. Y uno creería que iba a escuchar del presidente todos los beneficios que la alianza le traerá al desarrollo del país. Contrario a ello y olvidando que él no es más un hombre privado y si el Presidente de todos los Peruanos, fuimos sorprendidos por una defensa cerrada de su señora, la primera dama y presidenta del partido nacionalista y un ataque contra el poder legislativo y la congresista  Marisol Pérez Tello.

Para ello comparo la labor de la Comisión de Investigación del Congreso sobre el caso Belaunde Lossio con los juicios populares de Sendero. Y uno se pregunta ¿es que acaso el Presidente de la Republica entiende que el poder legislativo, además de otorgar leyes tiene la obligación de ejercer un rol de control tal como lo establece la Constitucion? ¿Sabrá el Presidente la importancia que tienen los distintos poderes del Estado en una democracia? “La primera dama no es funcionaria pública” nos dijo también el Presidente sobre su esposa. Y claro, eso lo sabemos bien y es precisamente uno de los cuestionamientos al poder informal que ejerce Heredia en el ejecutivo. Ella al no ser funcionaria pública no está obligada a rendir cuentas. Y esa lección se la aprendieron bien en Palacio. 

Mientras ello sucede, la procuradora de Lavado de Activos Julia Príncipe es acusada de inconducta funcional al haber hecho declaraciones relacionadas con la investigación sobre Nadine Heredia. Y mire usted, extrañamente PPK, flamante candidato presidencial que andaría buscando “todo el apoyo” sale a defender a la primera dama: “El Congreso esta para investigar a expresidentes y a exministros; ella no es ni expresidente ni exministro y el congreso no tiene nada que ver ahí”.  Y ello justo cuando PPK está siendo cuestionando por haber exonerado a la Interoceánica del filtro del SNIP.  

Existe en el país una percepción de que quienes entran a la política lo hacen por intereses personales y/o económicos. No existe actor político relevante sobre quien no pese alguna sospecha de corrupción. Lo mismo sucede con la percepción que tienen los ciudadanos sobre las grandes empresas. Y si esta percepción está basada en hechos ciertos o no, es irrelevante. Los ciudadanos no confían en el Estado ni en las grandes empresas que
tienen vínculos con el sector público.

El problema es que ambas organizaciones son fundamentales para el crecimiento económico y el desarrollo del país. La falta de confianza de los ciudadanos en estas instituciones solo pueden alimentar opciones antisistema, y a la larga afectar el desarrollo del país.

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