sábado, 2 de junio de 2012

¡No pasa nada! ¡Mañana juega Perú!

El Perú está plagado de conflictos sociales extraños a Lima. Lima no entiende la pobreza peri-urbana y menos la rural. Lima sabe de riquezas, de crecimiento económico y de lo bien que le va. Lima olvida que 1 de cada 3 peruanos vive en pobreza, y que ese 1 vive fuera de Lima. Lima cree que la pobreza rural es una foto en National Geographic.

La causa de los conflictos sociales no son los líderes radicales que encabezan las protestas. Estos líderes violentistas se aprovechan de los reclamos, eventualmente legítimos, de las poblaciones. En Espinar la población le teme a la minería, cree que su sangre tiene altos contenidos de metales, cree que sus animales abortan y están malformados por culpa de la contaminación, cree que nadie le compra su leche ni sus quesos porque están contaminados. Ni la empresa ni el Estado se han ocupado de cambiar y aclarar esta percepción mediante dialogo y estudios que demuestren que sus miedos no tienen fundamento.

La respuesta del Estado ha sido enviar a la policía, declarar el Estado de Emergencia y detener autoridades. Restablecer el orden es fundamental pero si las percepciones no se aclaran el conflicto se agudizará.

Las poblaciones pobres del Perú no tienen información, capacidad, ni están en igualdad de condiciones que las empresas que invierten en sus comunidades. Es ahí donde el Estado debería intervenir, proteger los derechos de las comunidades, asesorarlas y hacer que las empresas cumplan con sus compromisos.

El Estado debería resolver sus dudas, informarlos y empoderarlos. Lamentablemente, el Estado está ocupado protegiendo los intereses de los inversionistas. El 30% de peruanos que votó por “La Gran Transformación” se siente traicionado y abandonado.

Si el Estado es incapaz de administrar justicia en Espinar y tiene que llevar al alcalde detenido a otras jurisdicciones, significa que el Estado está ausente y arrinconado. Mientras los problemas sociales no se enfrenten y resuelvan, otros líderes radicales ultras se aprovecharan de las comunidades. Sin Estado que responda, los radicales convencerán a las comunidades de exigir el cierre de la mina, los conflictos aumentaran y habrá más violencia. Sabemos bien el retroceso que eso significaría.

El mayor riesgo es que estas comunidades usen la democracia para elegir un líder radical en las próximas elecciones. La derecha ha olvidado el susto que paso con el Ollanta del 2006 y en la primera vuelta del 2011. Creen que lo han capturado, transformado y no se dan cuenta que su ineptitud le está abriendo la puerta a la izquierda radical. Visto con la mentalidad cortoplacista que caracteriza a la derecha, no importa, faltan 4 años para la próxima elección. Mientras tanto el Presidente visita a la selección en la Videna. Todos tranquilos, problema resuelto, pasemos a otra cosa. ¡Mañana juega Perú!

A todo esto, ¿ha olvidado el fujimorismo que estas comunidades rurales fueron sus aliados contra Sendero y sus votantes durante los noventas? Una vez más, ¿Dónde está el fujimorismo?

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