sábado, 12 de enero de 2013

Los sin playa

El año pasado, durante la temporada de verano, tuvimos el gran destape de las empleadas domésticas a las que los clubes privados no permitían hacer uso de sus instalaciones. Todo el Perú se escandalizó; bueno, no todo. El que lleva a sus empleadas domésticas comentaba indignado: "Solo falta que pretendan que el chofer se bañe en la piscina". Ahora tenemos la vergüenza de ver cómo los "privilegiados" anconeros separan la arena a punta de guachimanes. Así tenemos por un lado a los "privilegiados" y por el otro a "los otros". Pero la separación no queda ahí: a "los otros", que no son propietarios ni arrendatarios, también se les prohíbe el uso de ese ladito, el "privilegiado", del mar peruano.

Las playas en el Perú son públicas, esto es, todos tenemos acceso a ellas sin restricción, salvo las establecidas por ley. Lo anterior en la medida en que la libre circulación por la playa garantiza el libre acceso al mar peruano, que es un bien que por su naturaleza es público.

Que una persona sea propietaria de una casa en un balneario, no le da derecho alguno a tener preferencia en el uso de la playa, menos aún a bloquear la libre circulación por la arena y por el malecón construido por la municipalidad. Eso se llama usurpación. ¡Aunque paguen impuestos!

Este es uno de los tantos casos de discriminación que existen en el Perú. A los anconeros, como a los de Asia, no les gusta que "los otros", esos sin derechos de propiedad, y que llegan con cebiche en bolsa y sopa en botellón, se instalen al lado de sus lindos toldos. Los vigilantes en Ancón con pantalón largo al mediodía de un domingo se sancochan para que la "privilegiada" anconera pueda relajarse en bikini sin que le perturben la vista. Esa "privilegiada" que conversará animadamente, traguito en mano, mientras su empleada, bien al pantalón remangado y polo blanco, se sancochará a la orilla cuidando al mocoso "privilegiado".

¿Es que acaso no es esa la realidad en el Perú? Milagro peruano o no, lo cierto es que en el Perú existen dos tipos de ciudadanos: los "privilegiados" y los de segunda clase. La discriminación racial es una realidad, póngale la excusa que usted quiera.

Este sector de "privilegiados" que ha dominado siempre el Perú, está acostumbrado a tener capturado al Estado. Se manejan en base a relaciones personales, a quiénes son y a quiénes conocen. En Ancón, pueden dividir la playa y bloquear el ingreso a punta de guachimanes porque creen que no hay nadie que se los impida. Cualquier problemita lo arreglarán de frente con el alcalde.

Como nos dicen los desarrollistas, como North, Wallis, Weingast, Fukuyama, Levy y otros, la diferencia entre un país desarrollado y uno en vías de desarrollo es que en el primero la sociedad está basada en relaciones impersonales. No importa quién seas, la ley es igual para todos. En el Perú sí importa. Si no, pregúntenle a todos esos que se atreven a gritar "¿Acaso no sabes quién soy?" .

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