sábado, 27 de abril de 2013

Si tan solo se dieran cuenta

Con la misma fuerza con la que el fujimorismo ha salido a cuestionar la calidad democrática de la elección de Maduro, deberían analizar la re-reelección del 2000. Claro, si es que quieren que su crítica sea creíble. Para los fujimoristas radicales, no existe comparación posible entre la re-reelección y la elección de Maduro. Para los antifujimoristas el caso de Fujimori es peor, ya que para ellos Fujimori implantó una dictadura cleptocrática. Ambas posiciones extremas se alejan de la realidad. Sin embargo, para este análisis, ninguna de las dos importa. Ese cerca de 25% de voto fujimorista lo seguirá siendo. Y el antifujimorista, ese que hace campaña en contra en base a mentiras como aquella de las 300,000 esterilizaciones forzadas, también lo seguirá siendo.

Lo que al fujimorismo debería importarle es el grupo de peruanos que ni está con ellos ni contra ellos. Para que ese grupo pueda verlos como una posibilidad en la política peruana, el fujimorismo tiene que demostrar que ha madurado. Que entiende sus raíces, que mantiene su ideología pero que puede hacer un análisis serio de sus faltas contra la democracia.

En lugar de sostener que ambas elecciones son situaciones diferentes que no pueden ser comparadas, deberían analizar bajo los mismos estándares con los que han analizado la elección de Maduro, si la elección del 2000 sufrió de debilidades semejantes. De encontrar similitudes y reconocerlas, el fujimorismo obtendría la autoridad que muchos le quieren negar.

Sin duda ambas elecciones tuvieron debilidades comunes. Los observadores de la re-reelección del 2000 afirmaron que existieron irregularidades. También reconocieron que estas irregularidades no eran suficientes para cuestionar el resultado, mas sí la calidad injusta del proceso electoral y la debilidad de las instituciones democráticas. Por ello, la OEA negoció con el Gobierno y la oposición la creación de una mesa de diálogo que fortaleciera la democracia en el Perú. En la elección de Maduro, las irregularidades ocurridas sí llevan a la posibilidad de cuestionar no solo el injusto proceso electoral, sino el resultado mismo de la elección. Sin embargo, la Unasur ha reconocido la legitimidad de la elección de Maduro y la OEA no parece presta a demostrar que una de sus atribuciones es la defensa de la democracia en Latinoamérica, sin importar la orientación ideológica del que la amenace.

Si tan solo el fujimorismo se diera cuenta de que si hiciera un análisis serio de la calidad de las instituciones democráticas durante su gobierno, eso le daría la legitimidad que necesita para que sus críticas contra Maduro y contra quienes atenten contra la democracia -como la posibilidad de una reelección conyugal- sean aceptadas.

En el 2011, los garantes convencieron a un segmento del país de que Keiko representaba una opción antidemocrática y que era Ollanta quien representaba la continuidad de la democracia. Si el nacionalismo insiste en la elección de Nadine, esto representará una interrupción de la democracia. Los fujimoristas deberían darse cuenta de que una autocrítica seria de la re-reelección sentaría un ejemplo de comportamiento democrático que les daría las credenciales que los garantes les quitaron.

No hay comentarios.: