sábado, 6 de julio de 2013

La clase política fallida

No tenemos Defensor del Pueblo, ni directores del BCR, ni miembros del TC. Tenemos una ministra que no controla su cartera, donaciones que se pierden en el camino, bienes embargados que son regalados en actos proselitistas por congresistas oficialistas. Una Ley de Servicio Civil y una Universitaria que nadie ha explicado. Empleados públicos tomando carreteras, la CGTP apedreando a policías, universitarios en las calles, pobladores movilizados por todo el Perú, un Premier sin correa y un Presidente "cosito".

Pilar Freitas, exprocuradora toledista, y Guido Lombardi son candidatos a Defensor del Pueblo. Yehude Simon renuncia a la bancada de APGC, Enrique Wong dice que renuncia pero Lourdes Alcorta aclara que no, que es solo un malentendido. PPK se muestra ofuscado, traicionado y sostiene que esa bancada no lo representa. Cuando los ofuscados y traicionados deberían ser todos aquellos ingenuos que votaron por PPK.

Alejandro Toledo desaparece. Perú Posible sostiene que el expresidente vendrá a dar explicaciones, que nada es cierto, que el cholo sigue siendo sano y sagrado. Su exvicepresidente replica que Eva Fernenbug nunca estuvo en la lista de los indemnizados por el Holocausto. Y el Perú se queda pensando que algo grande ocultan.

El PPC sostiene que es crítico de la gestión de la alcaldesa, olvidando que fue por ellos que Villarán sigue siendo alcaldesa. Es por la institucionalidad, dijeron. Cuando Villarán, y con ella todos los políticos, debieron recibir el mensaje claro: una autoridad incompetente e incapaz será revocada por el pueblo. Es un despilfarro, dijeron, y en el camino Villarán gasta 140% más en parques que en escaleras y muros. La ciudad es un caos y ella habría gastado S/.270 millones en consultorías. Pero el PPC quiere convencernos que cumple su rol, olvidando que el rol de un partido es el de ser una correa de transmisión de las necesidades de la población, para que así esa población no tenga que salir a las calles.

El sector fundamentalista del fujimorismo pretende poner sus creencias religiosas por encima de los intereses públicos que el Estado debe tutelar: el derecho a la vida de las mujeres embarazadas y el derecho a la educación sexual de los adolescentes. El Congreso elimina la orientación sexual como agravante en casos de discriminación.

Desde la izquierda se escuchan voces sosteniendo que lo que tenemos es un desprestigio de la clase política. ¡Qué novedad! Aunque aún no deciden si este es generado por la poca capacidad de los políticos.

Todos estos son síntomas de una enfermedad: la falta de una democracia funcional. Para que una democracia funcione se necesita que los ciudadanos tengan confianza en el Estado, esto es que sepan que el Estado va a responder imponiendo orden y seguridad, controlando la violencia, administrando justicia, defendiendo derechos de propiedad y garantizando libertades civiles, políticas y económicas. Pero además se necesita el respeto de los ciudadanos a la autoridad. En el Perú no existe ninguno. Lo que tenemos es una falta de representación política real. Esta es la verdadera debilidad institucional del Perú. La misma que afecta a Brasil, Egipto y Turquía.

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