Esta semana, el Premier ha insistido con el diálogo al que convocó a los partidos. Algunos han aceptado con la esperanza puesta en alguna cartera. Otros pusieron condiciones pero ofrecieron a sus técnicos, soñando con que el chamán Tejada se quede sin megacomisión. Otros dijeron de plano, no.
¿Que es lo que busca el Gobierno con esta convocatoria? ¿Qué sentido tiene un diálogo orientado a forjar un consenso entre partidos que no representan a los ciudadanos? ¿O usted cree que la gente se siente representada por el Congreso? Si los cafetaleros, las comunidades, los maestros y los doctores toman las calles y presionan, con medidas violentas exigiendo políticas públicas, es porque no sienten que los partidos los representan.
Mientras, los políticos peruanos están ensimismados diciéndonos que su partido tiene todas las respuestas para sacarnos de este bachecito y llevarnos de un salto al desarrollo, en Washington se presentó "In the shadow of violence" el último libro de Douglass North, John Wallis, Barry Weingast y Steven Webb. El libro describe el rol de las organizaciones políticas, sociales y económicas en el desarrollo.
¿Por qué los partidos peruanos no tienen convocatoria? Porque no son partidos, son clubes de amigos, vehículos interesados únicamente en llevarlos al poder. Cuando los partidos están dirigidos por cúpulas que responden a intereses de grupo, no tienen legitimidad ante los ciudadanos. Por el contrario, son los partidos donde los líderes son elegidos en primarias por sus militantes -y no donde son impuestos- aquellos que tienen mayor representatividad en la población.
¿Qué incentivo tienen los ciudadanos para militar en un partido donde no tienen la posibilidad de elegir a sus líderes ni de influir en la agenda? Para Wallis y Webb las mejores organizaciones políticas son aquellas donde no hay caudillos, ya que le dan mayor importancia a los intereses de sus militantes y no a los intereses de su cúpula. Un partido masivo está sujeto a un mayor control de sus militantes, y por ello habrá menor posibilidad de corrupción y mayor institucionalidad. Por lo anterior, los líderes políticos prefieren militar en clubes de amigos donde no están sujetos a rendición de cuentas ni a la regulación.
Contrariamente a lo avanzado en economía política del desarrollo, en el Perú se cree que una solución a la crisis de los partidos es anular el voto preferencial, quitándole a los ciudadanos la posibilidad de elegir a sus representantes. Quieren regresar a las listas cerradas, donde es la cúpula en base a sus intereses quien asigna el orden de los candidatos.
Los ciudadanos dejarán de tomar las calles cuando sientan que los partidos los representan y eso solo ocurrirá si es que los ciudadanos pueden influir en los partidos y sus agendas. Lamentablemente, ningún político quiere reconocer que su sostenibilidad se basa en organizar y representar los intereses de las mayorías, y no de los grupos de poder que los controlan.
Regresando a la convocatoria, un diálogo entre gobierno y partidos no es un diálogo donde los peruanos se sientan representados. Es solo un diálogo entre caciques y cúpulas para repartirse rentas y prebendas.
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