sábado, 28 de septiembre de 2013

Qali Warma: ¿niño vigoroso?

Qali Warma es el programa de alimentación escolar diseñado por el gobierno del presidente Humala, está a cargo del Midis y atiende a 4 millones de niños en todo el Perú. En los últimos días ha habido más de 160 niños intoxicados por recibir los alimentos de Qali Warma: 50 en Apurímac, 100 en Huancayo y 11 en el Santa. Desde el inicio del programa (marzo del 2013) se han recibido 90 denuncias. Desde coliformes fecales en los alimentos en colegios de La Victoria y Huaycán, hasta un ratón dentro de una bolsa de leche en San Martín de Porres. En Cusco 62 niños fueron internados por cólicos, diarreas, vómitos y fiebre. Las víctimas son niños desde los tres años que viven en pobreza y muchos sufren de desnutrición.

En un Estado que sea receptivo a los intereses de sus ciudadanos, la primera denuncia hubiera sido suficiente para que la ministra inicie una investigación y reestructure el programa. Pero el Estado peruano no es un Estado receptivo y eso se ve en la reacción de los directivos de Qali Warma. Ninguna de las dos ministras de Inclusión ni la directora del programa han asumido responsabilidad.

El diseño e implementación de una política pública es responsabilidad del ministerio que la tiene a su cargo. Uno de los componentes más importantes de un programa es el de monitoreo y evaluación. Durante la implementación de un programa es necesario que este sea monitoreado y evaluado para que se corrijan las posibles fallas. La falta de monitoreo y evaluación de los programas, así como la falta de responsabilidad y de rendición de cuentas de las autoridades son una debilidad muy grande en la implementación de políticas públicas en el Perú. Si bien es cierto que la participación de los padres y de la comunidad en la implementación de programas es muy importante para garantizar el éxito, los padres de familia no pueden ser responsables de la supervisión del programa. Una cosa es control social y otra supervisión del Estado.

La actitud de las dos ministras de Inclusión demuestra una absoluta dejadez de parte del Ejecutivo. Aquí no hay una denuncia, ni un niño intoxicado. Hay más de 90 denuncias y la responsabilidad de las ministras consiste en no haber ordenado una evaluación del programa para identificar cuál es el problema y cuáles son las medidas que se deben tomar para resolverlo. Entre ellas, la posible suspensión del programa o la corrección del mal diseño. Aquí hay una gravísima falta de rendición de cuentas. Nadie le da explicaciones a la ciudadanía.

¿Por qué es que las fallas de Qali Warma no nos enfurecen? ¿Por qué la sociedad civil, que nos ha sorprendido con la acción colectiva para tirarse abajo las foto-papeletas, no se organiza también para obligar al Estado a que sus programas sociales sean eficientes, a que el Ejecutivo asuma su responsabilidad por enfermar a los niños más pobres del Perú? ¿Será que la sociedad civil se mueve cuando le duele la billetera y los niños de Qali Warma no son de su interés?

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