miércoles, 16 de septiembre de 2015

A punta de chantaje

Para gobernar no basta ganar elecciones. Para gobernar se necesita legitimidad y la confianza del pueblo y de los inversionistas. En el Perú no existe ninguna. ¿Quién gobierna? ¿Confía usted en el Estado? Con una economía en desaceleración y una crisis institucional seria, los rumores de los últimos días no hacen más que empeorar la crisis.

La impersonalidad de las instituciones es una característica fundamental para lograr cruzar el umbral del desarrollo. Pero en el Perú, país caudillista seguimos esperado al outsider que salvara al país. Lo que nos hace idealizar candidatos y sobredimensionar sus posibilidades de acción para luego, una vez que fracasen, desilusionarnos y perder aún más confianza en la democracia y en las instituciones. Es un error defender personas por encima de instituciones. Como es un error permitir que se doblegue el principio de autoridad que debe ejercer un estado.

En Loreto, 600 miembros de la Fediquep y la Feconaco han tomado el helipuerto de Andoas y bloquean el ingreso al Lote 192 desde el sábado pasado. El Presidente de la Feconaco exige la llegada de una comisión de alto nivel del Ejecutivo para dialogar. ¿Acaso se puede dialogar bajo condiciones de fuerza?

Este tipo de acciones para exigirle al gobierno central presencia en zonas en conflicto y decisiones que beneficien a un grupo, se han hecho costumbre en el País. El gobierno de Toledo aceptó el levantamiento popular, la captura de rehenes y la toma de carreteras como mecanismos validos en la negociación con el Estado. El de García lo institucionalizó. Es momento que el Estado demuestre que tiene el control sobre la violencia y que ninguno de esos mecanismos puede ser exitoso. Quien bloquea una carretera, toma un aeropuerto o impide el libre desarrollo de las actividades comerciales comete un delito. El Estado no puede aceptar el chantaje de quienes están fuera de la ley. El estado peruano está siendo progresivamente secuestrado por la coerción de los ilegales. No podemos mantener un modelo de ausencia de autoridad.

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