Para gobernar no basta ganar elecciones. Para gobernar se necesita
legitimidad y la confianza del pueblo y de los inversionistas. En el Perú no
existe ninguna. ¿Quién gobierna? ¿Confía usted en el Estado? Con una
economía en desaceleración y una crisis institucional seria, los rumores de los
últimos días no hacen más que empeorar la crisis.
La impersonalidad de las instituciones es una característica fundamental para
lograr cruzar el umbral del desarrollo. Pero en el Perú, país caudillista
seguimos esperado al outsider que salvara al país. Lo que nos hace idealizar
candidatos y sobredimensionar sus posibilidades de acción para luego, una vez
que fracasen, desilusionarnos y perder aún más confianza en la democracia y
en las instituciones. Es un error defender personas por encima de instituciones.
Como es un error permitir que se doblegue el principio de autoridad que debe
ejercer un estado.
En Loreto, 600 miembros de la Fediquep y la Feconaco han tomado el
helipuerto de Andoas y bloquean el ingreso al Lote 192 desde el sábado
pasado. El Presidente de la Feconaco exige la llegada de una comisión de alto
nivel del Ejecutivo para dialogar. ¿Acaso se puede dialogar bajo condiciones de
fuerza?
Este tipo de acciones para exigirle al gobierno central presencia en zonas en
conflicto y decisiones que beneficien a un grupo, se han hecho costumbre en el
País. El gobierno de Toledo aceptó el levantamiento popular, la captura de
rehenes y la toma de carreteras como mecanismos validos en la negociación
con el Estado. El de García lo institucionalizó. Es momento que el Estado
demuestre que tiene el control sobre la violencia y que ninguno de esos
mecanismos puede ser exitoso. Quien bloquea una carretera, toma un
aeropuerto o impide el libre desarrollo de las actividades comerciales comete
un delito. El Estado no puede aceptar el chantaje de quienes están fuera de la
ley. El estado peruano está siendo progresivamente secuestrado por la
coerción de los ilegales. No podemos mantener un modelo de ausencia de
autoridad.
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